domingo, 29 de septiembre de 2013

MASACCIO, El tributo a la moneda (1427 - 1428)



MASACCIO
Tommaso di ser Giovanni di Mone Cassai 
San Giovanni in Altura, hoy San Giovanni Valdarno, Arezzo, 21 de diciembre de 1401 – Roma, otoño de 1428 

El tributo a la moneda (1427 - 1428)
Fresco. Capilla Brancacci, Santa Maria del Carmina, Florencia 
Después de la restauración con el puente, pintado posteriormente a la derecha
San Pedro con el pez, antes de la restauración, y ahora más toco y sin las hojas de los arbustos



No podemos imaginar que la intención de Masaccio fuera distraer la atención del espectador y apartarla de la dramática representación de las figuras. ¿Quién podría dudar de que unificó su escena y moduló, u ocultó totalmente, las separaciones entre una jornada y otra? Pero el hecho es que en este tema conmovedor hay cuatro separaciones, que corresponden a otras tantas jornadas. El problema de las hojas, que entonces eran añadidas a menudo sobre el buon fresco y aquí tal vez fueron aplicadas a secco por Masaccio - tiene que ser abordado en relación con los elementos paisajísticos de El tributo de la moneda. En el curso de la restauración, las hojas de algunos de los árboles del segundo plano, hacia el centro del cuadro, y el follaje del extremo izquierdo de la composición fueron eliminados íntegramente. Ahora tenemos unas hileras tan extrañas como estériles de árboles que aparecen torpemente en el paisaje. Mientras que es muy posible que un árbol o dos fueran pintados sin hojas, como una interpretación naturalista del paisaje, es decididamente llamativo que casi todos ellos aparezcan así, hasta el punto de requerir una interpretación iconográfica. Por eso no tenemos certeza de que lo que vemos ahora sea lo que Masaccio quiso representar. Lo contrario parece mucho más probable. 

En el fresco de El tributo de la moneda están sintetizados tres episodios diferentes de Mateo 17: la escena central, con mucho la mayor, muestra Cafarnaúm donde Jesús y sus Apóstoles son aborda- dos por un recaudador de impuestos, que pregunta a Pedro si su maestro los va a pagar. Jesús ordena entonces a Pedro que vaya hasta el mar, pesque un pez y le abra la boca, en la que encontrará una moneda. Este episodio es representado a la izquierda, donde Pedro aparece en la lejanía abriendo la boca del pez. El tercer episodio tiene lugar a la derecha y representa a Pedro que, siguiendo las instrucciones de Jesús, muestra la moneda al recaudador de impuestos, «por mí y por ti». Se trata de una repetición del tema referente al pago de impuestos al César, que aparece en otro pasaje del Nuevo Testamento y que expresa la voluntad de la Iglesia de conceder hegemonía civil en asuntos políticos. Ahora, Pedro, que lucha por mantener abierta la boca del pez, está enmarcado por maleza sin hojas. Es harto improbable que este en- torno fuera el que aparecía en el cuadro antes de la intervención, como lo es que fuera el de las primeras copias grabadas. 

Como afirman los restauradores, es muy posible que el follaje verde que ellos eliminaron en esta zona no fuera otra cosa que huellas de una restauración anterior (como todas, inadecuada) y no obra del propio Masaccio. Aun así, la escena sigue siendo tan extraña que me parece impensable que Masaccio no pintara por sí mismo las hojas para la vegetación, como con toda seguridad pintó las hojas de los árboles situados en la lejanía, a la derecha de Pedro, y el pez. Pero si nos es desconocida la verdad, a buen seguro que es erróneo ofrecernos una revisión tan improbable iconográfica y pictóricamente. Al margen de lo que cada uno opine sobre la probable autenticidad de la imagen que vemos ahora, cabe pensar que, cuando los restauradores retiraron las hojas, su objetivo era, en cualquier caso, respetar la autenticidad histórica. Al eliminar las hojas, trataron de suprimir igualmente intervenciones no debidas al artista original. Pero lo que nos han dejado es un vacío horrible y nada convincente. Se trata de un caso paralelo al que se produjo, durante la pasada década, en la Ultima cena, de Leonardo, obra en la que las restauraciones fueron eliminadas sistemáticamente hasta dejar desnuda la pared. 


Los monumentales paños de algunas de las figuras de Masaccio han sufrido restauraciones en el pasado y esta vez los repintados han sido eliminados en gran parte porque, en palabras del director de la restauración, «falsifican y no recogen una parte de la historia de la capilla». Pero lo que se ha dejado ahora son zonas no moduladas que producen un alisamiento de las figuras totalmente impropio y ajeno a Masaccio con una supresión total de la tridimensionalidad que constituye su sello. En cualquier caso, la insistencia en la pureza de ciertas porciones del fresco se ve anulada por la falta de autenticidad en otras. Así, por ejemplo, la edición restaurada de El tributo de la moneda ha sufrido numerosas «intervenciones pictóricas», incluso nuevo pintado. A la derecha, debajo del mensajero que recibe la moneda de Pedro, ahora descubrimos un puente de piedra, pintado vigorosamente, que antes no existía. La zona había resultado dañada en el pasado y antes de la restauración era totalmente ilegible. Es posible que cuando se abrió la superficie afloraran algunas líneas de la sinopia. Uno de los jóvenes restauradores que trabajaban en la capilla me confesó con cierta ingenuidad que efectivamente ellos habían pintado el puente, pero lo habían hecho de una manera que era exactamente como si lo hubiera pintado el propio Masaccio.   





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